Marín se emocionó al recordar lo peor que le pasó en sus 24 años y medio de vida.
Tal vez pocos conozcan esta historia porque el protagonista es de perfil bajo, humilde, casi no sale en los medios y aporta mucho en lo grupal. Hedgardo Marín casi se quiebra al recordar en su entrevista con El Informador lo peor que le pasó en sus más de 24 años de vida: haber perdido una hija recién nacida cuando él apenas tenía 21 de edad…
¿Cómo es la vida en Huentitán, Jalisco, ese pueblo cercano a Guadalajara?
Huentitán es un pueblo con calles que todavía están empedradas, vas caminando y ves caballos. Cuando tuve la posibilidad compré mi primer caballo y mi familia disfruta muchísimo ahí.
¿Cómo fue tu primer contacto con el fútbol?
Hay una cancha medio empastada, en la que había caballos. Una vez ocurrió un accidente de que se asustaron los caballos y corrieron hacia la cancha y se llevaron a una niña. Era medio raro ver eso. Luego, me llevaron a un club cerca del Jalisco y ahí empecé con algo más preparado. Le dijeron a mi papá que jugaba en Segunda y Tercera División que me llevara a pruebas a Chivas, tenía diez años, me quedé y ha sido un proceso muy largo que he tenido en Chivas, de más de la mitad de mi vida en ese club.
¿Cómo fue pasar de aquel pueblito a jugar en un gigante como Guadalajara y en la Selección?
Me ha costado mucho estar donde estoy y lo he logrado gracias a mi familia. El hecho de irme en camión… Valoras eso… Lo pesado que es pararte temprano, en las tardes con el tráfico. Era algo que sufría, porque los camiones iban llenos, ahora mi familia está feliz y eso te lo devuelve de buena manera. La evolución ha sido padre. Mis padres son muy amorosos. Me van a ver, lo disfruto, porque une a mi familia y le puedo dar un gusto.
¿Cómo hiciste para superar algo tan doloroso como la pérdida de una hija?
Fue algo muy doloroso para mí y mi esposa. Pasó hace dos años y medio o tres. Fue algo que me dolió mucho, pero me hizo más fuerte, porque puede pasar cualquier cosa y tienes que salir adelante. Te dan un golpe fuerte para que te levantes y sigas luchando.
¿Jugar en Primera funcionó entonces como una terapia?
El fútbol me distrae, lo haces con mucho gusto y seriedad. Es algo que lo disfruto.
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