Tras el experimento fallido de Osvaldo Ardiles, Salvador Martínez Garza, presidente de la Promotora Deportiva Guadalajara, apostó por un entrenador que había dirigido con éxito a dos de los equipos más importantes del mundo: Leo Beenhakker.
En la campaña 1994-1995, el holandés con pasado en el Ajax y Real Madrid tomó las riendas de unas Chivas que jamás le encontraron el modo. Su ideología jamás fue bien tomada por el grupo de futbolistas donde destacaban referentes como Camilo Romero, Joel Sánchez, Alberto Coyote, Daniel Guzmán, Missael Espinoza, entre otros.
El error de Beenhakker
“No entendíamos su ideología”, reconoce Camilo Romero al paso del tiempo.
Y es que Beenhakker confiaba en el profesionalismo de los futbolistas, algo que no era propio de ese tiempo. “En aquel tiempo estábamos más cerrados que hoy. Nosotros jugábamos los domingos a las 12, entrenábamos el lunes, y nos daba libres martes y miércoles. Para un mexicano es la bomba. Nos íbamos a echarnos unas chelas. Esa cultura nosotros no la teníamos ni la entendíamos. La cultura no nos alcanzaba para hacer eso. Si le das poquita cuerda al mexicano, se va”, explicó el canterano de Guadalajara.
No le llegó a los futbolistas
Además de las libertades que les otorgaba a sus futbolistas, tampoco logró conectarse con ellos desde el aspecto táctico. No pudo replicar el estilo de juego que había tenido unos meses atrás con el Club América.
“Beenhakker no era lúcido. Le metía muchas dudas al grupo. El que jugaba bien las cascaritas, jugaba el partido. Esa era su filosofía. Entrenábamos en la semana a tope, con trabajos totalmente básicos de los que se hacían hace 40 años. Llegaba la cascarita, y no te daba una lucidez en las tácticas”, explicó Camilo Romero en el podcast de David Medrano.
“Hablaba futbolero, pero no te convencía a los jugadores. Venía del Real Madrid o como jugaba el América, pero nos fue mal con él. De repente te sacaba y ya no jugabas. Te mandaba a la tercera. Hacía muchos cabios”, añadió.
Al final la etapa de Leo Beenhakker en Guadalajara no duró mucho. Dirigió 28 partidos de los cuales ganó 12, empató seis y perdió 10 . Posteriormente llegó el Tuca Ferretti y con ello el título que tanto anhelaba la institución en 1997.