Para las Chivas de Guadalajara no queda más que resignación y trabajo para el futuro que viene y no solamente que pensar que la culpa es de los jugadores que no se “matan en la cancha” o de los directivos porque no compran a más refuerzos, todo viene de la mano cuando se habla de un fracaso en conjunto.
Aunque la palabra le asusta a los futbolistas mexicanos y mucho más a los dueños de la pelota, es una realidad que el Rebaño Sagrado hoy ve por televisión en primera fila, cómo el acérrimo rival no solo celebra un título más, sino un bicampeonato como ya lo hizo el vecino de la ciudad hace un par de años.
C uando Chivas tuvo en sus manos la posibilidad de ganar el trofeo en el 2023 con el multicriticado y hoy anhelado Veljko Paunovic , lo dejaron ir por razones que siguen sin tener mucha claridad. Porque cualquier argumento suena a excusa como en su momento lo dijo Fernando Beltrán que les faltaron líderes en el vestidor o cuando el mismo serbio admitió que fue su culpa no manejar adecuadamente la ventaja.
La peor pesadilla de Chivas se ha vuelto realidad
Tigres le pasó por encima a Guadalajara en 45 minutos y lo que parecía un sueño hecho realidad se convirtió en una pesadilla que hoy va en aumento gracias a lo que hicieron los americanistas frente a un inoperante y vergonzoso Cruz Azul que lleva tres finales perdidas con los azulcremas en 35 años.
Ahora la misión de Chivas no es únicamente de que los jugadores le “echen ganas” o que Fernando Gago implemente un estilo de juego “bien definido”, es una cuestión que también implica el manejo de las emociones, la contundencia, que los fichajes sean efectivos y que el vestidor cierre filas o más aún, que tenga como referencia lo que Matías Almeyda cambió en esa plantilla, tanto que hasta la misma directiva le tuvo miedo a “la familia” que se había conformado y terminaron por destruirla.
El Rebaño tiene una misión más complicada que el año anterior y mucho más difícil que hace cinco años, acercase a las Águilas en campeonatos tiene un precio y ese precio se debe pagar en la cancha, con goles, con autoridad, sin pretextos, sin echar culpas a la afición asegurando que solo apoya en las victorias, aunque llene el estadio o a la prensa que crítica las derrotas y no las aplaude, o evidenciando las bajas de juego de algunos futbolistas. A Chivas le urge recuperar la grandeza con victorias y con trofeos, porque la peor pesadilla de todos los seguidores rojiblancos se han vuelto una realidad.