Crescencio Álvarez, originario de Jalisco, formó parte de las Fuerzas Básicas de Chivas en la década de 1970, coincidiendo con la época en que también jugaba el padre de Javier “Chicharito” Hernández . Aunque su carrera profesional no prosperó en México, su amor por el club perduró.
Posteriormente, Crescencio emigró a Estados Unidos junto a su esposa Alicia en busca de mejores oportunidades, estableciéndose en Los Ángeles, donde trabajaron durante décadas en una procesadora de pollos en la ciudad de Vernon. A pesar de las dificultades, Álvarez inculcó en sus cinco hijos el amor por el fútbol y por las Chivas.
Carlos Álvarez, uno de sus hijos y nacido en 1990 en Los Ángeles, destacó en el fútbol universitario y fue seleccionado por Chivas USA en el SuperDraft de la MLS en 2013. Su debut fue memorable, anotando un gol en su primer partido profesional. “La ilusión de Carlos siempre fue la de jugar futbol profesional, pero nunca me imaginé que lo haría vistiendo la camiseta del equipo de mis amores”, dijo Crescencio en aquella oportunidad.
Ahora, es su hijo menor, Efraín Álvarez, quien también vestirá la playera del Rebaño Sagrado. También nacido en Los Ángeles, desde muy joven mostró un talento excepcional. Con tan solo 15 años debutó en LA Galaxy II, de donde saltó pronto al primer equipo. Su fichaje por Chivas puede interpretarse como la culminación de un legado familiar: en su presentación oficial, Efraín contó que su padre lloró al enterarse del acuerdo.
Crescencio Álvarez inculcó a Efraín la pasión por Chivas
“Mi papá jugaba en Chivas en los tiempos del papá de Chicharito, luego él se vino con mi mamá al sueño americano y jugó hasta la Sub-20 en Chivas”, recordó Efraín en una entrevista con TUDN. “Él llegó a un equipo en Los Ángeles y fue ahí que comencé a enamorarme del futbol”, completó el extremo que rechazó el interés del América para cumplir su sueño familiar de jugar en el Rebaño.