Las Chivas de Guadalajara han protagonizado duelos electrizantes ante el América dentro del Clásico Nacional, pero hay uno que marcó la historia en contra del Rebaño Sagrado, porque si bien derrotaron al acérrimo rival en las Semifinales 3-0, llegaron a la Gran Final con medio equipo suspendido debido a una terrible bronca provocada por la frustración de los Azulcremas. 

En la Temporada 1982-1983, el Rebaño Sagrado y las Águilas se midieron en la serie previa a la Gran Final. En el primer compromiso los Azulcremas se impusieron a las Chivas 2-1en el Estadio Jalisco, por lo que el conjunto dirigido por Carlos Reinoso llegó muy confiado a la cancha del Estadio Azteca.

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Sin embargo, las Chivas que en ese momento eran liderados por Alberto Guerra en el banquillo, vinieron de atrás para sacar la casta y darle la vuelta a la pizarra, dejando en ridículo al América que no soportó la presión del buen futbol que desplegaron los rojiblancos aquel 22 de mayo de 1983 en el Coloso de Santa Úrsula.

Al final del partido se desarrolló una tremenda bronca que el silbante Edgardo Codesal no pudo controlar, por lo que solo observó la golpiza que se dieron futbolistas de ambos equipos hasta antes de meterse a los vestidores donde escribieron la cédula arbitral. 

Chivas se llevó la victoria 3-0, pero para disputar la Final contra el Puebla perdió a ocho jugadores titulares y a cinco integrantes del cuerpo técnico, por ello disputaron diezmados la lucha por el título donde al final se quedaron con las manos vacías contra La Franja que era dirigida por Manuel Lapuente.

En el juego de Ida de la Final Chivas ganó 2-1 al Puebla con 10 hombres, pero en el duelo de Vuelta que se jugó en el Estadio Cuauhtémoc el 29 de mayo de 1983, Puebla emparejó el marcador global y así se fueron hasta los penaltis, donde la desgracia del Rebaño Sagrado se consumó y se perdieron la oportunidad de conseguir la novena estrella en su escudo.