Las Chivas de Guadalajara tuvieron en la dirección técnica a Leo Beenhakker, quien dirigió al Ajax y al Real Madrid y ya había tenido un paso exitoso por el América unos años antes, sin embargo, con los rojiblancos no le fue del todo bien, sobretodo porque los jugadores nunca terminaron por entender su ideología tanto dentro como fuera de la cancha. 

El timonel perdió la vida la mañana del jueves 10 de abril del 2025, por lo cual en el futbol mexicano volvió el recuerdo de Leo Beenhakker, quien tuvo la fortuna de sentarse en los dos banquillos más importantes del país, aunque nunca le volvió a ir igual que en su primera etapa con América de 1994 a 1995.

La amenaza de Beenhakker para Camilo y el Gusano Nápoles 

El timonel asumió las riendas de Chivas en 1995, pero en palabras de Camilo Romero, exjugador de los rojiblancos, nunca pudo entenderse con los futbolistas, tanto dentro como fuera de la cancha debido a que su ideología era muy europea y eso no le terminó por agradar a los futbolistas que contaban con varios referentes como Albero Coyote, Ramón Ramírez, Missael Espinoza, por mencionar algunos.

Hubo un momento que quedó guardado en la memoria de la afición de Guadalajara al ser una de las remontadas más espectaculares sobre las Águilas y esta se dio en la campaña 95-96 en el Clásico Nacional que se jugó en el Estadio Azteca en la edición 150, donde tanto Camilo Romero como Gustavo Nápoles salieron a la banca y esto no le gustó a ambos futbolistas.

Mientras los tapatíos caían 2-0 en el primer tiempo, en la banca hubo burlas y comentarios para denostar las decisiones de Beenhakker, quien en palabras del propio Chavalón, en entrevista con David Medrano, fueron subiendo de tono para la segunda parte cuando realizó algunas modificaciones y les advirtió que si no ganaban, los futbolistas se irían de la institución al finalizar el torneo.

Para fortuna de Camilo Romero y Gustavo Nápoles, el Rebaño terminó imponiéndose 3-2 en un juego espectacular, pero no fue suficiente para que el proyecto del holandés prevaleciera para la siguiente temporada: “Beenhakker no era lúcido. Le metía muchas dudas al grupo. El que jugaba bien las cascaritas, jugaba el partido. Esa era su filosofía. Entrenábamos en la semana a tope, con trabajos totalmente básicos de los que se hacían hace 40 años. Llegaba la cascarita, y no te daba una lucidez en las tácticas. Hablaba futbolero, pero no te convencía a los jugadores. Venía del Real Madrid o como jugaba el América, pero nos fue mal con él. De repente te sacaba y ya no jugabas. Te mandaba a la tercera. Hacía muchos cabios”, añadió Romero.