José Villegas Tavares fue el mejor defensor mexicano en la década de los cincuenta y sesenta. El nacido en Guadalajara perteneció a la época de Campeonísimo de Chivas, en donde se lograron hasta 8 trofeos de Liga. También formó parte del equipo mundialista en los campeonatos de Suecia 1958 y Chile 1962. A pesar de su legado futbolístico, la leyenda del Rebaño es más conocido por el mito que se generó a su alrededor, y que muchos conocen como el ‘Mal de Jamaicón’.

Cuenta el historiador Carlos Calderón al diario Mediotiempo, que el seleccionado nacional dirigido en aquellos tiempos por Nacho Trelles, se encontraba hospedado en un hotel en Lisboa (Portugal) como parte de su preparación para el Mundial del 58. Esa primera noche, y en una cena de gala para el Tri, estaban todos los elementos del plantel menos el Jamaicón.

Tavares con Chivas (Captura)

Trelles, confundido, fue a buscar a su defensor, al que encontró deambulando por los jardines del majestuoso hotel. Don Nacho se acercó a Tavares con cautela y le preguntó qué ha pasado, por qué no está con el resto de sus compañeros. “¿Cómo voy a cenar si tienen preparada una cena de rotos? Yo lo que quiero son mis chalupas, unos buenos sopes, y no esas porquerías que ni de México son”, respondió aletargado el defensor.

Villegas es una persona muy apegada a sus raíces y su familia. Tiempo después de aquel hecho confesó al mismo historiador que el deseo de regresar era muy grande, extrañaba mucho a su gente tapatía. “Extrañaba a su mamacita, que llevaba días sin tomarse una birria y que la vida no era vida si no estaba en su tierra", explicó.

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Entre los futbolistas se hizo popular ese sentimiento y desde entonces el deseo de volver a México lo conocen como el ‘Mal de Jamaicón’ en honor al defensor de Chivas. Villegas, además de un amante de su tierra, conquistó 8 títulos de Liga con Chivas, equipo al que perteneció durante 20 años desde 1952 hasta 1972. 

A pesar de ser reconocido como uno de los mejores zagueros de la historia, su legado quedó enmarcado cuando en las concentraciones habita un futbolista nostálgico al que de inmediato señalan con cierta ternura mientras exclaman: “Tranquilo, es solo el Mal de Jamaicón”.