Octavio Muciño se encontraba en el restaurante Carlos O´ Willys cuando una acalorada discusión con otro comensal terminó en tragedia. Jaime Muldoon Barreto le disparó al Centavo a la salida del lugar y provocó su muerte, misma que ocurrió hace exactamente 50 años atrás, un día como hoy 3 de junio pero de 1974.

Muciño había firmado con el Guadalajara un año atrás por una cifra cercana al millón de pesos. La esperanza en la Perla de Occidente era que pudiera sustituir a Javier Valdivia en el ataque de las Chivas, por lo que fue uno de los fichajes más importantes de la época. El Centavo se convirtió así en el primer jugador en pasar de Cruz Azul al Rebaño Sagrado, donde, sin embargo, solo estuvo con el equipo durante la campaña 1973-74.

Centavo Muciño, en el lugar y momento incorrectos

Nacido en Jasso, Hidalgo, era hijo de uno de los cooperativistas de Cruz Azul, por lo que nació en cuna celeste. Era considerado un ídolo de La Máquina, pero decidió explorar nuevos horizontes cuando fichó por el club tapatío con solo 23 años de edad. Su muerte ocurrió en la capital jalisciense, por lo que muchos aficionados lamentan que firmara con el Rebaño, pues de no haber sido así, no habría estado en ese lugar en el momento del disparo

Las Chivas atravesaban momentos difíciles, con un plantel de mediana calidad, pero aún así, Muciño pudo marcar 15 goles en 26 juegos, con lo que se convirtió en el máximo goleador del equipo apenas en su primer año en el club, sin embargo, no lograron meterse a la Liguilla. De todas maneras, el Guadalajara parecía haber encontrado a un jugador digno de portar su camiseta rojiblanca tras la gloriosa época del Campeonísimo.

Un futuro por delante con Chivas y el Tri

En solo cuatro años y medio de carrera, Muciño tenía un historial envidiable y un futuro prometedor con tres títulos de Liga como cementero, dos trofeos de la Concacaf y algunos partidos ya como jugador de la Selección Mexicana de Futbol, incluido uno en el que anotó cuatro goles a Antillas Neerlandesas. El 14 de mayo de 1974, Octavio cumplió apenas 24 años y era una joya con mucho por delante, pero el destino tenía otros planes.

Dos semanas después de su onomástico, el 31 de mayo, fue baleado en ese restaurante bar de Guadalajara. Días después, el 3 de junio de 1974, perdería su última batalla en el hospital, mientras que su asesino, Jaime Muldoon, no fue a la cárcel por las influencias que tenía. Los abogados del tirador argumentaron que su defendido estaba mentalmente enfermo y por esa razón quedó libre. 

El desgarrador testimonio de su hijo

No tuve la fortuna de conocer a mi padre. Yo tenía un año y tres meses de edad. Con el tiempo me di cuenta de la manera en que pasaron las cosas. Fue una muerte difícil, dolorosa. Aún hoy a toda la familia le sigue doliendo la ausencia de mi padre. Son 50 años de una tragedia y nunca se hizo nada. La persona que cometió el asesinato quedó libre, pero lo único bueno es que la gente sigue recordando a mi padre, tanto de parte de la afición de Cruz Azul, como la de Chivas, como ídolo de ambas instituciones, lo cual me da mucho gusto. Pero siempre te va a quedar ese dolor en el corazón de haber perdido a mi padre a los 24 años, y de esa manera tan trágica. Hoy sigue doliendo”, contó el hijo de Muciño al periódico ESTO.

La afición se puso tan furiosa que quemó el restaurante en el que sucedieron estos hechos que conmocionaron al futbol mexicano y a la población en general. Octavio disputó último partido con Chivas y como profesional días antes, el 21 de abril de 1974, en la derrota por 0-1 ante Jalisco, pero más allá de ese resultado, su leyenda quedó para siempre tanto en Guadalajara como en el Cruz Azul.