Muchas veces se dice que un equipo de futbol es el reflejo de lo que demuestra su entrenador. Y lo cierto es que las Chivas de Guadalajara se despidieron del Clausura 2025 con una pálida imagen que mezcló nerviosismo, falta de ideas e impotencia. Sensaciones que seguramente ha experimentado Gerardo Espinoza en este breve ciclo como entrenador del Rebaño.
El destino puso al “Loco” Espinoza jugándose la clasificación al Play-In justo ante el club que lo vio realizar gran parte de su carrera como jugador: Atlas. El estratega mexicano regresó al Estadio Jalisco con la necesidad de una victoria para seguir con chances de aferrarse al banquillo de Chivas.
Lo curioso es que según se vio en la transmisión y detalló también el reportero de TUDN, Érick López, Gerardo Espinoza tuvo una actitud diferente a la de otros días. El entrenador rojiblanco suele vivir los partidos con intensidad y efusividad. Y el Clásico Tapatío, con el Play-In en juego, era una ocasión que podía enfatizar ese tipo de emociones.
Sin embargo, a pesar de que podía ser un partido definitorio para Chivas y para su propia continuidad, Espinoza pareció vivir el duelo casi con resignación. Incluso así se vieron sus decisiones, por demás tardías, pues el entrenador retrasó las modificaciones cuando el Rebaño ya necesitaba un gol para meterse en puestos de Play-In.
Dio la sensación de que Gerardo Espinoza confió más en una ayuda de Tigres ante Pumas que en que Chivas hiciera su propio trabajo. El “Loco” esperó hasta los minutos finales para hacer los cambios en busca de un gol más, ya cuando el trámite había terminado en la Sultana del Norte con un insuficiente marcador de 2-1. Un gol más de Tigres, en cambio, le quitaba al Rebaño la obligación de ganar.
Dentro del campo, un equipo abatido, sin rebeldía ni empuje
La imagen que transmitió Gerardo Espinoza en el banquillo, prácticamente resignado, no distó demasiado de lo que mostró su equipo sobre el campo. Y es que Chivas lució inconexo durante todo el partido y ni siquiera en los minutos finales mostró rebeldía o amor propio para encerrar a su rival contra su arco. Se despidió con la misma impotencia y frustración que mostraba su entrenador a un costado del campo.