En el Club Guadalajara hay muchos elementos que han dejado huella a lo largo de la historia ganando algún campeonato en los más de 100 años de existencia del equipo más importante del futbol mexicano, por lo que su ausencia se resiente más como ha sucedido con Fernando Alarcón, uno de los mejores preparadores físicos y que fue parte del título de 1987.
En el Rebaño Sagrado el recuerdo de muchos futbolistas e integrantes del plantel que han formado parte de la institución quedaron enmarcados, tal es el caso del preparador físico que trabajó durante varios años con el técnico Alberto Guerra, el estratega que hizo campeones a los rojiblancos en la campaña 1986-1987 en aquella Final épica contra Cruz Azul.
Este lunes 22 de enero del 2024 se dio a conocer el fallecimiento de Fernando Alarcón, quien estuvo con Chivas en la década de los 80 y también fue parte de un subcampeonato de Liga y un campeonato de Copa de los Leones Negros de la UdeG.
Fernando Quirarte, capitán de los rojiblancos en 1987 publicó su sentido pésame en su cuenta de X: “Me uno a la pena de los familiares del profesor Fdo Alarcón ,preparador físico de @Chivas en la época de Albert guerra ,tuve la fortuna de que fuera mi maestro ,excelente persona y mejor ser humano ,descanse en paz “.
El método de trabajo de Fernando Alarcón en Chivas
En el 2020, el periodista de ESPN, Rafa Ramos publicó una columna dedicada a la falta de profesionalismo que en la actualidad manifiestan los jugadores del futbol, entre ellos recordó algunos pasajes de indisciplinas de Cristian Calderón, Javier Eduardo López y del mismo Marcó Fabián de la Mora, por ello el profe Alarcón siempre trataba de generar intensas cargas de trabajo para que la testosterona siempre estuviera en su punto más elevado y a su vez tuvieran la energía suficiente para rendir en la cancha.
“Es como soltar un semental sin freno y que además tiene las tardes libres. Los mandamos cansaditos y sólo piensan en llegar a dormir”, fue parte de lo que explicó en su momento el profe Alarcón. Mientras que Ramos, agregó: “Por eso, había épocas en las que los entrenadores decidían trabajar dos veces al día, temprano por la mañana y pardeando la tarde. Lo que en la cancha se gana, en la cancha se deja, hablando de testosterona, claro”.