En la temporada 1986-1987, las Chivas de Guadalajara lograron un hito histórico en el fútbol mexicano al coronarse campeón de la liga por novena vez en su historia, después de una sequía de 17 años. Este título no solo fue significativo por romper la larga espera, sino también porque fue el primero obtenido bajo el nuevo formato de liguilla instaurado en la liga mexicana.

Bajo la dirección técnica de Alberto Guerra, Chivas lideró la fase regular del torneo demostrando un dominio contundente en el campo. Con 21 victorias, 13 empates y solo 6 derrotas, el equipo tapatío no solo fue el que más goles anotó (63), sino también el que menos recibió (28). Esta sólida campaña regular le permitió llegar a la Liguilla como favorito, seguido de cerca por Cruz Azul, que sería su rival en la gran final.

El recorrido en la Liguilla no fue sencillo. En los cuartos de final, Chivas enfrentó al Monterrey, el campeón defensor, y logró imponerse con un marcador global de 4-3. En semifinales, el Rebaño mostró su mejor versión al derrotar de manera contundente al Puebla con un global de 4-0, asegurando así su pase a la final.

La gran final ante Cruz Azul: Remontada en el Estadio Jalisco

La final contra Cruz Azul fue un enfrentamiento lleno de emoción y dramatismo. El partido de ida se jugó en el Estadio Azteca, donde la Máquina se llevó una ligera ventaja al ganar 2-1, gracias a la destacada actuación de su portero, Pablo Larios, quien evitó que Chivas anotara más goles.

Para el partido de vuelta, el escenario era el Estadio Jalisco, que recibió a 56,713 espectadores ansiosos por ver si su equipo podía revertir el marcador. A pesar de la ausencia de Benjamín Galindo, uno de los jugadores más importantes de la temporada para Chivas, el equipo mostró una determinación inquebrantable.

La final de vuelta fue un despliegue de calidad y contundencia por parte de Chivas. Fernando Quirarte abrió el marcador, seguido de dos goles de Eduardo “Yayo” de la Torre, sellando una victoria categórica de 3-0 sobre Cruz Azul. Ni las expulsiones de Edgardo Fuentes y Marco Antonio Mendizábal pudieron frenar a un equipo decidido a romper su maldición y coronarse campeón.

De la Torre festeja uno de sus goles en la final ante Cruz Azul (Imago7)

Claves del Éxito

El éxito de Chivas en esa temporada puede atribuirse a varios factores. En primer lugar, la dirección de Alberto Guerra, quien supo mezclar la juventud y la experiencia de manera equilibrada, creando un equipo competitivo y armonioso. La inclusión de jugadores clave como Javier “Zully” Ledesma, Benjamín Galindo y Guillermo Mendizábal fue crucial para la solidez y creatividad del equipo.

Benjamín Galindo fue una de las figuras rojiblancas, pero no pudo estar en la final de vuelta (Imago7)

Además, la resiliencia del equipo, demostrada desde las primeras jornadas cuando enfrentaron suspensiones masivas de jugadores tras un altercado en un partido contra América, forjó un carácter competitivo que los acompañó durante toda la temporada. La capacidad de superar adversidades y mantener una racha impresionante de 15 partidos invictos también cimentó su camino hacia el título.

Alineaciones de la Final

Chivas: Javier Ledesma; Sergio Lugo, Fernando Quirarte, Demetrio Madero, José Gutiérrez; Guillermo Mendizábal, Omar Arellano, José Manuel de la Torre, Luis Antonio Valdez; Concepción Rodríguez, Eduardo de la Torre. DT: Alberto Guerra

Cruz Azul: Pablo Larios; Javier Salatiel, Sergio Rubio, Edgardo Fuentes, Marco Mendizábal; Eduardo Calderón, Armando Romero, Marcelino Bernal, José Morales; José Casellas, Mariano Puyol. DT: Héctor Pulido

Un legado duradero

Alberto Guerra en charla con sus dirigidos (Imago)

La victoria de Chivas en 1987 no solo marcó el fin de una larga espera, sino que también sentó las bases para futuras generaciones del club. El equipo de 1986-1987 es recordado como uno de los mejores en la historia de Chivas, no solo por sus logros, sino por la calidad y cohesión del plantel.

Para muchos, incluidos los rivales más acérrimos, ese equipo de Chivas representó una época dorada que difícilmente ha sido igualada. La combinación de talento, liderazgo y espíritu competitivo de la temporada 1986-1987 sigue siendo un referente de excelencia en la rica historia del Rebaño Sagrado.