La rivalidad entre Chivas y América es, sin discusión, la más intensa del futbol mexicano, una enemistad que no solo se vive en cada torneo de la Liga MX, sino también en los llamados Clásicos de Leyendas, donde exjugadores históricos de ambas instituciones se vuelven a enfrentar y reviven viejas cuentas pendientes dentro de la cancha.
Precisamente en uno de estos Clásicos de Leyendas disputado hace apenas unos días, Cuauhtémoc Blanco quedó en el centro de la polémica incluso entre la propia afición americanista, luego de golpear cobardemente con una cachetada al portero Sergio Rodríguez y posteriormente negar lo ocurrido. Ahora, la respuesta no tardó en llegar y la “venganza” apareció del lado rojiblanco gracias a Héctor Reynoso, quien justamente estaba muy cerca en la agresión a Rodríguez, pero no vio lo ocurrido y por eso solo reclamó.
En las imágenes que circulan en redes sociales se observa cómo Blanco intenta ejecutar un shoot out que termina fallando y, cuando varios jugadores llegan a disputar el balón, el excapitán de Chivas no duda en lanzar una patada con más fuerza que precisión hacia la pelota. El impacto termina golpeando a Cuauhtémoc Blanco, quien cae al césped entre evidentes gestos de dolor.
Héctor Reynoso es uno de los futbolistas que más años defendió la camiseta rojiblanca y un referente de liderazgo dentro del club, debutando en 2001 y permaneciendo en el Guadalajara hasta 2014, además de tener un par de breves regresos posteriores. Durante ese largo periodo, como es natural, forjó una rivalidad especial con el América y particularmente con Cuauhtémoc Blanco, con quien protagonizó varios enfrentamientos intensos.
Las redes sociales festejaron la respuesta de Héctor Reynoso ante el golpe de Cuauhtémoc Blanco
Las redes sociales no tardaron en reaccionar y celebraron la patada de Héctor Reynoso al considerarla una especie de revancha por lo ocurrido días atrás con Sergio Rodríguez. Aunque es claro que la violencia nunca debe ser la solución, muchos aficionados coinciden en que no se puede agredir impunemente a un rival y esperar que ninguno de sus compañeros salga a respaldarlo.
