Se acerca el final de un 2020 atípico en muchos aspectos y nefasto en otros. Muy pocas cosas positivas son las que quedan en el tintero a la hora de hacer un balance de lo que fueron estos días, semanas y meses. Se aproxima, por consecuencia, un 2021 que, aunque simplemente simboliza un cambio de número en el calendario, viene de la mano de nuevas ilusiones.

Porque está claro una cosa, el año que entra debe ser mejor que el que está por terminar. La pandemia del Coronavirus ha dejado consecuencias durísimas, no solo en México sino que en todo el mundo. Desde los lamentables fallecimientos y la lucha de los trabajadores de la salud por mantener estable el sistema sanitario, hasta, por el lado económico, las pérdidas, la caída del empleo y el aumento en la brecha de la desigualdad.

 

Pasó en todos los ámbitos y, cómo no, también en el fútbol. Un deporte que, más allá de su obvia y tan importante razón social, mueve mucho dinero, no solamente en lo que respecta a cuestiones como la televisación o la cuota mensual de los aficionados, sino en los fichajes. Cada mercado de pases simboliza millones y millones de dólares en todas las ligas del mundo, siendo la Liga MX una de las más importantes. Aunque este año fue la excepción.

Y fue la excepción no solamente en México sino en todo el planeta. En este 2020, fueron muy pocos, y muy poderosos también, los que pudieron darse el lujo de invertir dinerales de dinero en jugadores. Chivas de Guadalajara lo hizo en el inicio del año, con cifras récord incluso, aunque en este mercado de pases vigente parece que la cosa va a ser completamente distinta.

 

Pero eso no significa que sea malo. Está claro que un equipo necesita jerarquía y, en parte, el plantel comandado por Víctor Manuel Vucetich la tiene. Pero lo más redundante es que, en este contexto de crisis, más allá de alguna que otra incorporación que se pueda llevar a cabo, mantener las bases del equipo y priorizar el desarrollo de las Fuerzas Básicas y la promoción de canteranos es fundamental.

 

Dejando de lado lo meramente deportivo, el hacer esto, el defender esta ideología de pensar más en lo de adentro que lo de afuera, sea o no el pensamiento de la directiva, puede dar buenos resultados económicos. Esto es clave, principalmente por el contexto que se vive y la crisis que hoy existe tanto el fútbol mexicano como en el resto de las ligas del mundo, a partir de la ya mencionada pandemia del Coronavirus.

No solamente por las ventas que puedan simbolizar, siendo estas ganancias para la institución, sino por dos razones puntuales, por más mínimas que sean. Por un lado, que cada canterano representa una inversión, misma que, en una venta, se puede recuperar y con creces, sirviendo esta para invertir tanto en infraestructura como evolución, precisamente, de las Fuerzas Básicas para generar así otros futuros proyectos. Por el otro, la identificación que supone y simboliza un jugador surgido en estas tierras para con los aficionados, ese sentimiento de identidad que, en caso de refuerzos del exterior, muy pocos pueden generar.

 

Pero reafirmando el enfoque en lo económico, es clave no pensar y vislumbrar a las Fuerzas Básicas únicamente como desarrollo deportivo y social, dos de las más importantes características de las mismas no sólo en Chivas sino que en todos los equipos de México y el mundo, sino también mirarlo desde el punto de vista económico, sin importar el poderío de una institución, y como una ventana al mundo, que tanto mira a la Liga MX como un desarrollador y exportador de talentos, algo cada vez en mayor crecimiento.

 

Por lo tanto, y más allá de que el reclamo, siempre fundamentado, de los aficionados por refuerzos pueda ser lógico, mas por la envergadura e importancia de Chivas, el mantener el actual equipo, con las dificultades económicas que esto conlleva y la crisis que se vive, y priorizar el desarrollo y la promoción de canteranos son, sin dudas, refuerzos de lujo en este duro contexto que se atraviesa.