Cuenta la leyenda que Jaime López Salazar pasaba sus ratos libres en el llano, donde derrochaba ese talento natural que corría por sus venas. Fue ahí en las canchas de tierra donde el entonces director técnico de las Chivas, Jesús ‘Chucho’ Ponce, vio jugar a ese joven defensor y quedó cautivado. Tanto, que lo debutó al poco tiempo, un 8 de septiembre pero de 1968 en un partido ante el Pachuca.
Nacido el 20 de abril de 1949, López creció en el barrio de Mexicaltzingo, de Guadalajara, Jalisco. En esas calles fue donde se forjó, pues jugaba con esa libertad de no tener que obedecer silbatazos y el ganar era una cuestión más bien de honor. Con esa liviandad arribó a las filas del Rebaño Sagrado, donde se consolidó como titular y al poco tiempo, conquistó el título de 1969-1970 con la camiseta rojiblanca.
Jaime López estudiaba agronomía
López Salazar era un caso tan atípico que incluso lograba lo que pocos futbolistas siquiera se preocupan por intentar, al ser estudiante de agronomía en la UdeG, donde se hizo amigo de Francisco Preciado, secretario de Acción Política de los Estudiantes de Guadalajara, uno de los brazos de la izquierda comunista en la Perla de Occidente y que protagonizó diversos encontronazos con los miembros del Frente Universitario Anticomunista de la UAG.
Fue así que hace exactamente 50 años, el 26 de junio de 1974, López, salió de su casa en la Colonia del Fresno y por la noche se dirigió a un bar ubicado en la Calle 54, acompañado de otras cinco personas, entre las que se encontraba el mencionado líder estudiantil. Según algunas versiones extraoficiales, aquella trágica velada, el centro nocturno se quedó sin electricidad extrañamente, por lo que el futbolista y sus amigos salieron del lugar.
Fue acribillado por 15 tiros en la espalda
De inmediato, una ráfaga de disparos se escuchó. Cinco pistoleros desde la azotea del lugar acribillaron con 15 tiros en la espalda al defensor y 10 a Preciado. El jugador de Chivas quedó tendido en la calle y con ello, terminó una prometedora carrera que pintaba para ser de leyenda en el Club Deportivo Guadalajara.
Se trató de una coincidente desgracia, pues su fallecimiento ocurrió en el mismo mes en que otro jugador del Rebaño, Octavio Centavo Muciño, había perdido la vida también de manera brutal al pelear con un sujeto en un bar el 3 de junio anterior al asesinato de López. Según informes de la Policía recordados por el periódico El Informador, los pistoleros eran un cuerpo de seguridad del centro nocturno.
Supuestamente, éstos vivían en una casa aledaña conectada a través de un pasaje secreto con el bar, desde donde podían ser llamados en cualquier momento por medio de un interfon. Aunque esa versión ha sido desestimada por diversas fuentes que aseguran, fue un crimen planeado, al tratarse de un luchador social el acompañante del jugador del equipo tapatío, quien en palabras del Tubo Gómez, era “de hecho, el líder del equipo”.